Los álbumes digitales. Reflexiones sobre fotografía e identidad
Nos encontramos inmersos en la Nueva Era de Internet. Nueva no sólo por la variedad de aplicaciones sino por la revolución constante de sus formas. Ya no hablamos sólo de reformas tecnológicas sino de profundos cambios relacionales en el seno de nuestra sociedad. Este artículo pretende ser un punto de reflexión sobre el papel de la imagen fotográfica en las nuevas plataformas de intercambio social.
El auge de la imagen en las sociedades postmodernas plantea múltiples debates sobre el desarrollo de la cultura y del intelecto, pero también sobre las relaciones sociales. Es innegable que la supremacía de la imagen aumenta con los años ocupando un lugar privilegiado en la comunicación en general y en Internet en particular, empezando a formar parte indisoluble de las relaciones sociales, especialmente en cuanto a plataformas de intercambio se refiere.
El principal salto cualitativo entre los álbumes fotográficos tradicionales y los digitales es el salto de la esfera privada a la esfera pública. Éste sea quizá el punto más relevante en la redefinición de los álbumes fotográficos digitales. El álbum tradicional constituía un punto de encuentro de acontecimientos, bien familiares, bien sentimentalmente importantes, que recogían de forma visual e idílica los recuerdos. Los álbumes se generaban como tesoros personales, que permitirían rememorar una y otra vez los buenos momentos, pero, en ningún caso, se contemplaban desde el punto de vista exhibitivo (más que a las personas cercanas a las que pudiera mostrarse). Sin embargo, con la irrupción y el nacimiento de la fotografía digital, se propicia la proliferación de los álbumes fotográficos digitales y la diversificación de las representaciones.
Los álbumes digitales, contrariamente a los álbumes tradicionales nacen para ser públicos, se conciben como escaparates vitales, posibilitando, no sólo su exhibición pública, sino el intercambio con otros usuarios de la plataforma. Esto no significa que se destruyan las funciones anteriores de la fotografía de representar la ‘realidad’ que nos rodea, sino que más bien se reinventa para extender sus competencias en los ámbitos sociales, especialmente en la creación de identidades. Las temáticas se amplían, las imágenes se comparten con un número mayor de personas y el individuo empieza por primera vez a experimentar. Ya se puede fotografiar todo tipo de cosas y compartirlas en red, se elimina lo que no gusta y se hacen pruebas hasta dar con la imagen deseada, de forma instantánea. Cada vez más, las fotografías conforman el perfil del usuario y por tanto, la forma de presentarse ante los demás. Las fotografías que se exhiben nos aportan información sobre la personalidad del individuo, de forma que se presta mucha atención a lo que es socialmente aceptado y lo que no lo es.
Identidad de navegación. Yo, yo mismo y el resto.
Pongamos el ejemplo de Facebook, donde la fotografía tiene un papel relevante, más que por estética, por intercambio y presentación en sociedad. Tuve la oportunidad hace poco de poder analizar detenidamente un buen número de álbumes digitales, más con el fin de detectar pautas de comportamiento y características comunes que con fin de extrapolar datos.
Lo primero que cabe destacar es la foto de perfil, la más importante en la presentación del usuario y la que acompaña además a su portal, comentarios y movimientos en la red. Existen múltiples formas de representarse a uno mismo: podemos mostrar nuestra imagen, podemos dar información sobre nuestros gustos, podemos mostrarnos en facetas de nuestra vida (amigos, trabajo…) o podemos mostrar los lugares que hemos visitado. No obstante, podemos decir que en líneas generales, la foto de perfil más utilizada es el primer plano de uno mismo. Seguido aunque con cierta distancia, encontramos la representación de objetos. Y por último, las fotografías en grupo y los paisajes. Así, el usuario entiende que la mejor forma de representarse a uno mismo es una foto suya (lo que dice mucho de nuestra cultura). La imagen de perfil se suele renovar con cierta frecuencia, siendo los usuarios más activos los que cambian de foto más asiduamente. Existe también, otro tipo de usuario que prefiere dejar siempre la misma fotografía, bien porque se presenta muy elaborada o bien porque se gusta a sí mismo, y a partir de aquí deducimos otra característica cultural importante: la gran mayoría de los usuarios publican fotos en los que salen favorecidos y evitan mostrar las demás. Ya tenemos dos cosas en común con los griegos, el gusto por los bustos y los cánones de belleza.
Por otro lado, encontramos los álbumes. Cabe destacar la pluralidad de temas que se tratan, siendo los viajes y los acontecimientos sociales (cenas, amigos, fiestas) los tópicos que más se repiten, eventos todos ellos dotados de cierta relevancia al ser fotografiados. Tópicos que llaman la atención en los álbumes digitales y que no se tratan en su homólogo tradicional (salvo de forma profesional) son: la vida cotidiana, el hogar, los objetos y categorías propias como “un poquito de mí” o “me, my self and I”. El usuario tiende a mostrar también su casa y los lugares que frecuenta, el trabajo, las clases, el coche, la moto… todo aquello que forma parte de su cotidianeidad. También es común la representación de objetos de diferente índole. Esta proliferación de temáticas tiene que ver sin duda con el desarrollo de las nuevas tecnologías y con las posibilidades de reproducción gratuita que ofrecen las cámaras digitales. Por otro lado, llaman la atención las categorías propias, donde el usuario se muestra a sí mismo en diferentes lugares, poses, actitudes…
Los usuarios crean a través de imágenes, la historia de sus vidas (o de lo que desean mostrar de sus vidas), trasladando a la red muchas de las pautas de comportamiento que desarrollan en sus vidas cotidianas.
Podemos, por tanto, aprehender la importancia de la fotografía en sociedad y la gran fuerza cultural que se ejerce no sólo en su codificación, sino también en la selección de las mismas. La ubicuidad de la red, no supone la destrucción de la concepción moderna de la identidad individual, pero sí plantea forzosamente una redefinición de las identidades en cuanto que se plantean nuevas formas de relación y se autoconstruye una nueva noción del yo donde la imagen es protagonista.
¿Y tú… qué nos muestras?
2 comentarios:
No es porque te hayas quejado de que no tenías comentarios, ten en cuenta que cuanto más técnico o profesional sea el artículo, menos invita a los comentarios.
Yo por mi parte, cambio muy poco mi foto de perfil, igual que cambio poco de colonia, porque todo, absolutamente todo, es comunicación, y en FB, que es un escaparate social, tú foto de perfil es como tu logo. El logo de esa "personal brand" que somos todos (sobre todo en las redes sociales).
Un beso
Muy interesante la verdad!
Me has hecho reflexionar sobre mi propio "modus operandi"...
¿Cambiaré de foto?
Roxana N.
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