A pesar de que todavía no han saltado las alarmas, en Telecinco empiezan a plantearse qué ha cambiado en este 2008 para que las cosas no marchen como antes. Primero fue el estreno de MIR (del que sólo emitieron el primer episodio de una segunda temporada que tiene grabada por completo), después fue el regreso de Allá tú que no tuvo la acogida esperada y finalmente el hundimiento de uno de sus buques insignias Aquí hay tomate (y eso que me tildarón de loco cuando lo anuncié).
Las audiencias de momento no son excesivamente preocupantes, pero sí son para empezar a platearse problemas, ahora que las ficciones españolas de Antena 3 parece que comienzan a funcionar (ayer el esteno de "física o química" obtuvo una media del 20,9 %). Será cuestión de ciclos.
Dice la real academia que un ciclo es un período de tiempo o cierto número de años que, acabados, se vuelven a contar de nuevo. Pues bien en uno de esos ciclos, que si no ha acabado está a punto de hacerlo, se encuentra, a mi parecer la serie de Antonio Resines y compañía: Los Serrano. No digo, ni insinúo que la vayan a retirar, pero lejos quedan ya los 6 millones de espectadores que tuvieron en su época de gloria y los efectos devastadores que tenían en las audiencias de la competencia la contraprogramación que aplicaba telecinco a la serie de Globomedia (el conocido como Serranazo).
Ahora las audiencias son más propias de su principal competencia (17 %) y los personajes han pasado de ser estudiados en la universidad como representativos de los roles en nuestro país en un futuro proximo a una serie sin pies ni cabeza que se mantiene por la inercia y por unos contenido y guiones excesivamente resobados y vueltos a resobar. De una serie de humor familiar pasó a serie familiar y de esto a pastelón infumable que nadie sabe cuando acabará. Los personajes masculinos están excesivamente encasillados, hasta el punto de que sus gracias no sólo son precedibles, sino que son cansinas. El género femenino sigue jugando el papel que jugará en los inicios, con la principal diferencia que ha subido el nivel de belleza de las protagonistas (no tanto de belleza como de espectacularidad), indicador inequivoco de que las audiencias empiezan a dejar de lado el programa, aunque en general ha bajado el de interpretación (salvo excepciones), a lo que hay que añadir la falta de cratividad en sus guiones y el excesivo protagonismo que se le otorga al fisico de, entre otras Natalia Verbeke.
En resumen, no sé si será cuestión de ciclos o simplemente una cuestión personal, pero un servidor está deseando una renovación profunda (o un traslado) en el barrio de Santa Justa.
Las audiencias de momento no son excesivamente preocupantes, pero sí son para empezar a platearse problemas, ahora que las ficciones españolas de Antena 3 parece que comienzan a funcionar (ayer el esteno de "física o química" obtuvo una media del 20,9 %). Será cuestión de ciclos.
Dice la real academia que un ciclo es un período de tiempo o cierto número de años que, acabados, se vuelven a contar de nuevo. Pues bien en uno de esos ciclos, que si no ha acabado está a punto de hacerlo, se encuentra, a mi parecer la serie de Antonio Resines y compañía: Los Serrano. No digo, ni insinúo que la vayan a retirar, pero lejos quedan ya los 6 millones de espectadores que tuvieron en su época de gloria y los efectos devastadores que tenían en las audiencias de la competencia la contraprogramación que aplicaba telecinco a la serie de Globomedia (el conocido como Serranazo).
Ahora las audiencias son más propias de su principal competencia (17 %) y los personajes han pasado de ser estudiados en la universidad como representativos de los roles en nuestro país en un futuro proximo a una serie sin pies ni cabeza que se mantiene por la inercia y por unos contenido y guiones excesivamente resobados y vueltos a resobar. De una serie de humor familiar pasó a serie familiar y de esto a pastelón infumable que nadie sabe cuando acabará. Los personajes masculinos están excesivamente encasillados, hasta el punto de que sus gracias no sólo son precedibles, sino que son cansinas. El género femenino sigue jugando el papel que jugará en los inicios, con la principal diferencia que ha subido el nivel de belleza de las protagonistas (no tanto de belleza como de espectacularidad), indicador inequivoco de que las audiencias empiezan a dejar de lado el programa, aunque en general ha bajado el de interpretación (salvo excepciones), a lo que hay que añadir la falta de cratividad en sus guiones y el excesivo protagonismo que se le otorga al fisico de, entre otras Natalia Verbeke.
En resumen, no sé si será cuestión de ciclos o simplemente una cuestión personal, pero un servidor está deseando una renovación profunda (o un traslado) en el barrio de Santa Justa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario