lunes, 2 de abril de 2012

Crónica de una muerte anunciada


"El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para
esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de
higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al
despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. «Siempre soñaba con
árboles», me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los pormenores
de aquel lunes ingrato. «La semana anterior había soñado que iba solo en un avión de
papel de estaño que volaba sin tropezar por entre los almendros», me dijo. Tenía una
reputación muy bien ganada de interprete certera de los sueños ajenos, siempre que se
los contaran en ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago en esos dos
sueños de su hijo, ni en los otros sueños con árboles que él le había contado en las
mañanas que precedieron a su muerte."

Crónica de una Muerte anunciada, Grabriel García Márquez. 

Así comenzaba uno de los libros más grandes de la literatura en castellano y así  podría haber comenzado, a mediados de 2009, la historia del final de la Televisión pública, tal y como la conocemos hoy. Puede sonar a demagógico, o a apocalíptico, y tal vez el artículo de hoy tenga una pincelada de ambos, pero lo cierto es que no creo que se aleje demasiado de la realidad. 

Telecinco ha vuelto a ser líder del mes, 8 meses después de que lo consiguiera en verano gracias a sus programas como Supervivientes. La cuestión es que ahora lo ha conseguido por desgaste del contrario y no por méritos propios, ya que el recorte del gobierno de 200 millones de euros al ente público, la han privado, y también a los espectadores, de sus dos series franquicia, Águila Roja y Cuéntame como pasó, aunque también ha vendido los derechos de Moto GP, y ahora se habla incluso de que tenga que renunciar a dos de sus mejores cadenas. Clan y Teledeporte. 

Lo de eliminar una cadena que es la elegida por más del catorce por ciento de los niños de entre 4 y 12 años me parece una auténtica falta de respeto al servicio público, y me parece además una competencia desleal y cínica por parte de las cadenas privadas que, incapaces de producir contenidos que encandilen a las audiencias se dedican a minar los contenidos de la pública. 


Lo último que ha dicho Mediaset (grupo al que pertenece Telecinco); es que consideran "Induficiente" una TVE sin publicidad; esto es, que aunque no le estén restando anunciantes si les restan espectadores, por los que luego los anunciantes pagan, de forma que al final, lo que significa es que pierden dinero. 


Por eso Vasile, que está contento con la reducción de 200 millones a TVE, pide que se limite su existencia al servicio público; Supongo que como parte de una estrategia para dejarla primero sin audiencia, y después para justificar su cierre ante la falta de audiencia. 


La cuestión es que el servicio público, desde mi punto de vista es algo demasiado difuso, entre otras cosas por hasta un Madrid-Barça se ha llegado a considerar de interés general. Quién decide pues, qué es servicio público y qué no. La otra cuestión, aunque esta tal vez se le olvide señor Vasile, es que las cadenas privadas también están obligadas a dar un servicio público, ya que son concesiones estatales; pero claro, el servicio público sólo nos interesa cuando es para restar y no para sumar. 






@pmunozvalencia





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